sábado, julio 31, 2010

Doctor Buitre

Se lo suele ver arriba del escenario, por las noches, vestido de negro y cantando con su banda “Buitres”. Pero, durante el día, Gabriel Peluffo atiende a sus pacientes en el hospital Pereira Rosell. En esta entrevista conoceremos al doctor Peluffo, la otra cara del vocalista de la banda con más trayectoria en el rock nacional. Desde su época como estudiante hasta su “doble vida” entre la medicna y la música

(Abro el paréntesis por acá para explicar que esta nota fue realizada hace unos años, en 2005. Fue la cuarta entrevista que hice. Era para una revista que se llama –veo en la web que sigue vigente- Catálogo para Estudiantes. La consigna era que un “personaje conocido” contara sus experiencias como estudiante. Me acuerdo que Agustina me pasó el teléfono, hablé con Peluffo y nos juntamos una mañana -café por medio- en La Giralda, durante una de las pausas que él tenía en su consulta. Luego de varios años de tenerla archivada –y tras corregir algunos horrores- les dejo la primera parte. Pueden dejar sus comentarios)


¿Cómo se desarrolló tu carrera como estudiante?
-Entré a facultad en 1985, había pasado un año previo que no tenía muy claro qué carrera quería seguir, tuve bastantes conflictos vocacionales. Estaba influido por una marca familiar de tradición de médicos, más que nada de pediatras: mi abuelo, mis padres, mis tíos... Yo era el mayor de los niños de esa generación y siempre escuché hablar de Medicina en la mesa. Finalmente tenía una inclinación biológica y, creo que un poco por transitiva de lo que decía, entré en Medicina. No entré con demasiado convencimiento vocacional. Al mismo tiempo, ya había empezado mi actividad artística. En ese momento, al salir de la adolescencia y entrar en la juventud, era una actividad que tenía más sentimiento que raciocinio, era una actividad para mí muy sentida, muy arraigada, de corazón, muy de adentro, y bastante irreflexiva. Tuve un amague de anotarme en Humanidades, legué a estar a punto de no empezar la carrera de Medicina y sí la de Humanidades.

Así transcurrieron mis años de estudiante universitario. Hasta que en cuarto año llega la etapa crítica de la Facultad de Medicina, que es entrar al hospital y enfrentarse con el ser humano. Ese año fue un choque. Ahí definitivamente decidí seguir con la carrera. Ahí entrás al hospital y si no le dedicás el tiempo a lo que es estudiar bien a los pacientes… Tenés que encontrarle una función práctica a los tres años y medio de pura teoría. Teóricamente tendríamos que estar maduros para eso, pero no lo estábamos, o algunos estaban más y otros menos. En mi caso, yo no lo estaba. En aquel momento de mi carrera me podían haber pegado una patada y haberme sacado para afuera, pero me pareció que eran un poco las características de una facultad que dependía muchísimo del esfuerzo del estudiante, de la iniciativa y la responsabilidad que tuviera el estudiante y no tanto la exigencia del curso. En determinado momento te tenés que dedicar y tomar vos mismo las riendas de tu carrera si querés salir adelante. Y mis últimos años fueron buenos años de estudiante, los primeros capaz que no me habían costado demasiado -yo tenía una buena formación en materias básicas y estudié muy poco-, pero los últimos años estudié bastante hasta que hice el internado en 1992 y 1993.

¿Por qué Pediatría?
-Cuando hago el internado estoy dispuesto a romper con la tradición familiar y digo “yo no voy a hacer Pediatría”. La primera pasantía que hice fue Pediatría, justamente para sacármela de encima. Fui al Servicio de Recién Nacidos y la verdad que tenían una estructura formidable de trabajo, era una tarea exigente que requería no solamente horas, sino también mucho estudio, y aprendí un montón. Aprendí tanto que fue la primera vez que me sentí útil en la carrera (risas). La segunda pasantía fue en el interior. Fuimos a Paysandú y ahí me di cuenta de que me podía desenvolver bien en la parte pediátrica, porque a mis compañeros no le gustaba y era yo quien veía a los niños y les decía a ellos que vieran a los adultos. Y después, cuando hice la pasantía de Medicina en Montevideo, agarré un mal momento del Hospital de Clínicas por problemas de huelgas. El hospital estaba muy trancado, no funcionaba y me pareció medio deprimente toda la situación de los pacientes que estaban semanas internados... Me deprimió mucho eso, no me gustó, y decidí hacer Pediatría.

¿Cómo eras como estudiante?
-Siempre viví con un pie adentro y un pie afuera de la facultad, si bien me llevaba muy bien con mis compañeros y era una persona querida yo siempre pensaba que tenía mis actividades afuera y que iba a la facultad solamente por lo curricular. Siempre fui un tipo bastante solitario. Tenía mi grupo de amigos pero los vínculos no eran demasiado estrechos. Nos veíamos en la facultad.

“Yo era un bicho raro en la facultad, yo era de Los Estómagos, era rockero, iba con campera de cuero, tenía el pelo por la mitad de la espalda (…) En ese momento, ser rockero te estigmatizaba: eras drogadicto, probablemente promiscuo, irresponsable. Pero nunca perdí un examen y siempre me fue muy bien.”

¿Estudiabas solo?
-No, pero me costaba encontrar compañeros de estudio, me costó encontrar compañeros de estudio... Siempre quedaba para lo último para elegir. Estudié con los personajes más raros de la facultad. Yo era un bicho raro en la facultad, yo era de Los Estómagos, era rockero, iba con campera de cuero, tenía el pelo por la mitad de la espalda. A algunos eso les caía muy bien y a otros muy mal, inclusive a los propios compañeros. No tenía militancia política tampoco, no me tenían muy bien sacado, pero eso nunca determinó la relación con alguno de ellos. Simplemente, en ese momento, ser rockero te estigmatizaba: eras drogadicto, probablemente promiscuo, irresponsable…Pero nunca perdí un examen y siempre me fue muy bien. Es más, los últimos años saqué muy buenas notas. Yo cuando me ponía a estudiar para un examen, estudiaba, siempre estudié mucho. Me costó siempre el trato con el paciente. Llegar a lo que soy ahora me costó muchísimo. Me gustaba mucho leer, pero no tanto el contacto, el hospital. Te digo la verdad, me costó. Ahora me siento bárbaro, pero reconozco que fue un proceso de muchos años para lograrlo.

“Yo tengo dos vidas paralelas, por un lado yo tengo mi vida artística y por otro lado tengo una carrera de medicina, que incluye un trabajo, el trabajo que todos tenemos que hacer.”

¿Cuándo empezaste a estudiar te imaginabas que te iba a pasar lo que te está pasando ahora (2005), lo que pasa hoy con el rock nacional?
-No. Yo nunca pensé que el rock en este país podía llegar a ser tan popular. Habernos transformado en figuras públicas no lo tenía para nada previsto. De todas formas, siempre tuve muy claro los límites de las dos cosas. Yo tengo dos vidas paralelas, por un lado yo tengo mi vida artística y por otro lado tengo una carrera de Medicina, que incluye un trabajo, el trabajo que todos tenemos que hacer, el de las horas, el tedioso, el que no nos gusta. Pero aparte incluye una carrera docente y a su vez una formación continua. Seguí estudiando y seguí dando concursos dentro de la facultad. Lo que tienen en común las dos actividades es lo humano, el contacto de la gente. En ese sentido sí soy una sola persona, pero me contacto con mucha gente, mucho tiempo, muchos días; a tal punto que a veces me desborda y me encanuto, me escondo abajo de una piedra, en una cueva y no salgo. En los momentos de hiperpopularidad, como está pasando ahora, que parece que no se agota, vivo bastante recluido.

“No estaba muy bien visto que yo estudiara. Solamente un compañero de la banda me lo dijo. Los integrantes de otras bandas se burlaban porque yo estudiaba y estaba en la facultad. Sería el colmo de la ignorancia. Me siento orgulloso de eso, que alguien esté en contra tuyo porque estés haciendo algo bien, me parece que está bárbaro”

*Después les dejo la segunda parte
*Foto: buitres.com.uy

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