¿Por qué a mi?

“Seba, levantáte, te llamó el Torta, dice que tenés un velorio porque falleció la abuela de ...” Linda forma de despertarse. Me levanté, 12 y media, comí, llamé al Torta, coordinamos 2 menos cuarto en lo del Paloma.

Ya había estado lloviendo, apenas, esa lluvia que molesta solamente. Prendí la moto (scooter suzuki con casi 15 años encima) y arranqué. Llegué a la avenida y le metí acelerador a fondo firme, y ahí noté un ruido medio raro cuando llegaba al máximo de velocidad (40/50 kmh, como mucho y en bajada), era un ruido fuerte acompañado de un temblor en todo el vehículo, que repercutía en mis brazos.

No le di importancia y llegue a lo del Paloma. Dimos unas vueltas buscando al Bebo, lo encontramos y nos fuimos al velorio, sin el Bebo porque tenia que hacer otras cosas.

Llegamos al velorio, saludamos a los familiares, todo bien, a pesar de todo había un ambiente agradable, creo, me di cuenta, que el estado de animo en los velorios es directamente proporcional a la edad de la victima. Aparte nos quedamos en la vereda, entramos saludamos y nos quedamos en la vereda.

Rescato dos comentarios que me hicieron, por un lado me dijeron “vos si que has hecho poca playa (la rima es pura coincidencia), estás más blanco que la pared” (¿) ¿Y esto? Pensé, así nomás, sin anestesia valor. Y bueno es la realidad ya lo se, he tenido unas claustrovacaciones, pero tampoco es para que me lo vengan a recalcar. No es que no me gusta la playa es que no puedo ir por otras cau$as, además de que si voy tengo que meterme unos tapones en las orejas para entrar al agua para que no se me infecten los oídos y tengo que andar cuidándome del sol, poniéndome esos protectores. Pero igual me gusta la playa, no mucho, pero me gusta.

El otro comentario me lo hizo el Torta, “Che, la que está jodida también es la abuela de ..., está en las últimas”. El Torta quería estudiar meteorología, yo le digo que esta a tiempo todavía.

El Torta se fue, yo me tuve que quedar un rato más, por culpa de la fuckin moto que no quiso prender, justo cuando iba pasando un camión de la basura, estuve a punto de tirarla para adentro del tanque, pero pesa demasiado. Después arrancó y me fui, para casa.

A las 5 de la tarde, había quedado con mi novia de ir por su casa. Como jugaba Nacional, el cuadro de mis amores infantiles, nos veíamos antes y yo me iba a ver el partido a casa, a eso de las 9 de la noche, porque en mi casa puedo putear tranquilo.

Todo bien, la moto arrancó de primera, bien, y me fui, aunque seguía haciendo el mismo ruido. Estuvimos un rato hablando y fuimos a comprar algo para la merienda. Salimos de la casa y un olor a torta frita nos hizo decidirnos a ir por estos manjares grasosos. Fuimos a un comercio frente a la capilla de San Cono, en donde un grupo de abuelas hace tortas y pasteles con el fin de juntar plata para realizar un viaje a la tierra de donde viene San Cono, en Italia.

Salimos hasta la puerta para que no se nos impregnara el olor a frito, quedamos enfrente a la capilla, que estaba abierta, se me paso por la cabeza la idea de entrar, pero no me dieron las bolas. Aparte las tortas estaban prontas.

Llegaba la hora del partido y empezó a llover, no me podía ir porque me iba a mojar hasta el culo en la moto. Sonó el teléfono, Maria Laura atendió, y era para mi, era el Torta. “No me vas a creer lo que te voy a contar, falleció la abuela de..., la están velando ahora”. Que meteorólogo se perdió este país, a Vázquez Melo le da 100 vueltas.

El partido empezó, seguía lloviendo y no lo podía ver en casa, como lo tenia planificado y como me gusta verlo, tranquilo en casa. Al terminar el primer tiempo la lluvia paro, me despedí y me fui para casa, no solo por el fútbol sino también teniendo en cuenta la advertencia meteorológica que habían dado por los medios.

Prendí la moto, bien de nuevo y arranqué. Todo bien, seguía el ruido, pero andaba. Otra vez llegaba a la avenida y tenía que cruzar el puentecito sobre el arroyo Tomás González, donde, según mi novia, empieza la periferia de la ciudad. El asunto es que no llegue a la periferia, justo en el puente se me apagó la moto.

Se veía venir, por los ruidos que hacia me imaginé que podía pasar algo, estaba a 8 cuadras de casa, no era tanto, la llevaba de tiro. Todo bien hasta que descubrí que la rueda de atrás estaba trabada, no giraba, ahí si, me entregué, que carajo hago con esta moto que pesa como 50 kilos y que no le gira la rueda. Estuve pensando que hacia, cinchando con la moto, arrastrándola, y decidí llevarla hasta casa.

Treinta minutos demoré, no podía, hacia 20 metros y tenia que parar a tomar aire porque parecía que me iba a desgarrar. Obviamente todo chivado, peor que cuando voy a correr al cementerio. Intenté ponerle un pedazo de envase plástico que había en la calle para que se deslizara mejor la rueda de atrás pero se safo un par de veces y a la tercera vez dejé de lado esa idea. Estaba liquidado. Realmente intente mantener un dialogo con el ser superior, Dios, haber que carajo le pasaba conmigo, porque hace tiempo que me viene dando parejito, ¿por qué a mí?. Igual, seguí con mi sacrificio y llegué a casa.

“Se me rompió la moto, si la quieren vender véndanla”, balbuceé. Estaba hecho mierda. “Mirá si te pasa algo, si te da un infarto, por que no llamaste o dejabas la moto por ahí” dijeron mis padres. Me quedé un rato tirado en un sillón y me fui a bañar.

Prendí la radio para escuchar el partido en el baño, quedaban diez minutos para terminar el partido, Nacional perdía, se comió terrible baile, por “suerte” no lo vi.

Me bañe, se me paso un poco el agite-ahogo, le pedí las llave del auto a mi padre y me fui... aún me quedaba otro velorio para ir.