domingo, octubre 03, 2010

El colmo de todos los días

El tipo se dio cuenta que algunas cosas ya no eran como antes. Si bien nunca fue un inadaptado, notó que estaba fuera de tiempo y lugar. Algunos códigos y valores con los que se crió prácticamente ya no existían y reivindicarlos harían levantar una risa sarcástica e irónica a quienes se les pasara el “reclamo”.

También creyó que algunas personas iban a estar a la altura de las circunstancias y se la iban a jugar por él. Pero, salvo excepciones, no fue así. Por suerte tenía un buen equipo de profesionales a su lado que nunca lo abandonaron.

Además, se consideraba un incomprendido y por esos motivos –luego de varias discusiones escuetas y sin conclusiones, en las que defendía su posición a rajatabla- creía que caminaba solo, por la ruta que como destino indicaba “Soledad”.

Estaba -cansado no- cansadísimo de echar centros sin que llegaran a destino. Para peor, cuando creía que lo había logrado, se le reían en la cara (#inyourface) y la tiraban al corner.

No entendía cómo, recibiendo información todo el día, todos los días, no tenía las novedades y/o datos que esperaba. Casi como un colmo diario.

Muchos/as intentaron aconsejarle cómo manejar la situación, pero no entendían que no se trataba de un tema de cabeza. “Podrán decirme qué pensar, pero nunca qué sentir”, les dijo.

Pateado, pero no pisado, decidió seguir caminando, cargando todo lo expuesto líneas arriba.

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